
Era como estar en un campo de batalla (bueno, Dios me libre de saber en verdad lo que puede ser estar en un campo de batalla) Todo sucedía con una rapidez estrepitosa, iban y venían los diablos del fuego, uno tras otro sin dar tregua ni tiempo para decidir hacia dónde apuntar la cámara. Segundo tras segundo, todo cambiaba: encuadre, acciones, niveles de exposición, protagonistas, rostros, expresiones ¡todo! Fotografíar correfocs es normalmente un reto que te llena las venas de adrenalina, pero los de las Fiestas de la Mercé son el no va más!
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