
Si decimos que la vida es movimiento entonces los disparos de nuestras cámaras pueden ser también letales porque dejan como piedra todo lo que esté a su alcance. Sin embargo, a muchos nos obsesiona desafiar este fundamento esencial de la fotografía y buscamos a toda costa dar movimiento a nuestras imágenes (o al menos crear la ilusión de movimiento).
Lo interesante es que de esta lucha entre el movimiento pretendido y la irreductible permanencia surgen nuevas oportunidades de gran potencial expresivo.
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